No todos los jugadores de azar tienen las mismas expectativas ni idéntico afán lúdico. Sin embargo, en cada ámbito hay comportamientos comunes y compartidos.
Le pido al taxista que elija él mi destino: casino de Puerto Madero o hipódromo de Palermo. «Puerto Madero -me responde, con conocimiento de causa-. En Palermo, tenés carreras los lunes y los viernes, además de algunos sábados y domingos.» Me cuenta que ayer, lunes, cometió el error de ir a los caballos y que no pegó una. Razón suficiente para estirar la jornada laboral de hoy y también la de mañana.
En la avenida Madero a la altura de Independencia me bajo y camino unos mil metros hasta el barco flotante, antro de perdición. Son las 3 de la tarde de un martes y supongo encontrar poca gente. Un cartel indica cómo se distribuyen los juegos, en qué pisos. Empiezo por el primero: las máquinas tragamonedas.