El color negro perenne de su vestimenta, los bigotes que en sus extremos apuntan hacia arriba y su calva que domina la mayor parte de su cabeza, son los rasgos distintivos que dan forma al personaje. Al escuchar hablar a Martín Caparrós, se nota que sus palabras pasan por un filtro selectivo y arbitrario. Como si estuviera ante un teclado, dispuesto a escribir.
Tiene un aire de bicho raro, de apariencia insólita, de personaje singular. Quizás se lo deba al exilio, vivido durante los años de la última dictadura militar, en Madrid y París, donde obtuvo el título de licenciado en Historia, en la universidad de La Sorbona. Tal vez, su pasión futbolera y su fanatismo por Boca Juniors atenúan esa excentricidad.
Aunque ha sido galardonado con los premios Rey de España, Konex y Planeta Argentina, y es considerado un referente de la crónica periodística de América Latina, sentencia con esa fácil capacidad que tiene para provocar, desordenar las estructuras ajenas y llamar a la reflexión: “No creo que exista una literatura latinoamericana”.